martes, 22 de enero de 2013

Materia orgánica

Esto es muy simple: somos un conjunto de epitelio, conos, bastones, sangre, linfa, orina, carne, huesos, tuétano, pelo, uñas, venas, arterias, neuronas, vísceras, grasa, lágrimas, dientes, hormonas, cartílago, tendones, pulmones, bazo, riñones, estómago, tráquea, nervios, corazón. Maldita materia orgánica.

Y si no somos más que eso, reacciones químicas y tripas, todo resulta más sencillo.

Si mi cabeza es la que ordena, la que manda, puedo hacer lo que quiera.

Si decido que no necesito nada, si ella es quien lo dice, ¿por qué no iba a ser así? Obliguemos al hipotálamo al liberar oxitocina, dopamina, lo que sea. Somos materia orgánica.

El conjunto de tejido nervioso, mis neuronas, neurotransmisores, todo lo que hierve en mi cabeza afirma categóricamente que no necesito nada, que no dependo de nada. Es una forma de justificar mi poca fe en la gente, mi voluntad errática, dependiente de sustancias bioquímicas, y mis ganas de superarme.

Somos materia orgánica

Nos vamos a corromper y pudrir. Vamos a fallar. Y todo dependerá de nosotros. De esta podrida materia orgánica.


domingo, 13 de enero de 2013

Disparar y sangrar.


«Hace tiempo, cuando se estrenó Grupo salvaje, de Sam Peckinpah, en la rueda de prensa un periodista alzó la mano y preguntó en todo inquisitivo: “¿Qué necesidad creen que hay de mostrar tanta sangre?”. Ernest Borgnine, uno de los actores, respondió con aire perplejo: “Pero, señora, es que, cuando te disparan, sangras”. La película se filmó en plena época de la guerra del Vietnam.

Me gusta esta frase. Posiblemente sea uno de los principios básicos de la realidad. Aceptar las cosas difíciles de desentrañar como cosas difíciles de desentrañar, aceptar el hecho de sangrar. Disparar y sangrar.

Es que, cuando te disparan, sangras.»

Sputnik, mi amor, de Haruki Murakami.

Cincuenta páginas en las que Sumire habla de muchas cosas, piensa tal cual, sin poner un filtro, y de todas ellas, este es el fragmento que más me gusta. Aceptar las cosas tal cuál son. ¡Por Dios! Que no cunda el pánico; si algo es difícil, lo es, no nos alteremos. 

Como bien dice "Posiblemente sea uno de los principios básicos de la realidad", otra cosa es que nos lo apliquemos.

En fin, esto es solo una opinión.